Visto el insuperable éxito de la entrega anterior, vamos si os parece con la continuación que se presenta bajo la forma del
PRIMER ACTO
PENSADORA
Hablador
(arrastrando las palabras como sí las
pensara más de la cuenta): ¡Vaya!, amanece. Un día más amanece después de
todo. Es un hecho afortunado el que no hable en sueños. Bueno de hecho (alzando el tono como si quisiera que quedara
patente) ¡nunca hablo en sueños!. (Bajando
ahora el tono como si de un rezo se tratara) Por todos los dioses ruego que
así sea.
Hablador abre ahora un pequeño cajón
del que saca material para afeitarse. Mientras lo hace comenta para sí en el mismo tono exageradamente
calculado:
Hablador:
Tiene gracia, uno apenas se da cuenta de la cantidad de formas con que una
misma cosa se puede definir mientras no le importa que esa definición sea
rigurosamente exacta. Uno puede decir: “¡pues vaya un tiempo de mierda esta
mañana!”, o “¡qué tiempo de perros!” o también “¡van a caer chuzos y
centellas!”. Sabe perfectamente que, sea quien sea el interlocutor, lo tenga o
no, es sumamente inverosímil que después de formular estas ociosas
observaciones vea el cielo llenarse de mierda, su cuerpo convertido en perro o
que el estruendo de los chuzos y centellas lleguen a tapar el sonido de su
radio.
Se alza una voz femenina desde la penumbra
envolvente del cubo de Hablador.
Pensadora
(desperezándose): No te quejes
capullo que no es para tanto. (pausa
pensativa) Tú al menos puedes, bueno, en realidad, “debes” pensar primero
lo que vas a decir. Así que ya ves, contrariamente a lo que creías, sí tienes
algo de lo que carece la mayoría de la gente normal, esos a los que tanto
envidias. Ellos a menudo ni deben ni pueden ni saben pensar lo que están a
punto de decir.
Hablador
(afirmando, no preguntando): Así que
ya estas despierta y has estado oyendo mis divagaciones matutinas.
Un foco ilumina bruscamente el cubo de
Pensadora.
Pensadora
(con la voz temblorosa y furiosa):
Maldita sea Hab, lo has hecho otra vez. ¡No, no había oído tus divagaciones! (pausa de contención) Pero gracias,
muchas gracias por nada cabrón, ahora sí que oí todas tus paridas de un tirón.
Hablador
(aterrado, arrepentido y conciliador):
Por dios, por dios que lo siento Peni, lo siento cariño no pensé lo que te
dije.
Pensadora
(recuperada, más tranquila después de una
pausa): Eso está claro Hab. (pausa)
Está bien chico, no ha pasado nada, tranquilízate. Sigo siendo la misma después
de todo. Es solo como si me hubiera despertado un poco antes de lo que lo hice,
¿vale?
Hablador
(todavía algo asustado): Si, vale si.
(pausa) Esto me aterra Pen.
Pensadora:
Lo que quieres decir es que esto te está volviendo loco ¿no es eso?
Hablador
(pensativo): Sssí, sí. Pero no lo
pienses, ¿eh?
Pensadora (algo divertida): No hombre no. No te
preocupes. Lo que pienso de ti está afortunadamente muy supeditado a la
información que tu mismo me proporcionas sobre tu forma de ser. Y te aseguro,
te lo aseguro cariño, que no pienso en absoluto que estés loco. Antes al
contrario me parece que soy yo la que se lo está volviendo.
Hablador
(vehemente): Tú no podrías jamás
estar loca Pen. Tú eres la más lista de todos nosotros. Recuerda que fuiste la
que nos regaló las pautas de conducta a seguir, las que atenúan nuestra
abominable condena en estos cubos. Sin ti, sin esas normas que inventaste, nos
habríamos sencillamente muerto de hambre, o nos habrían asesinado,...
despedazados por la plebe - los comunes
que nos odian – o incluso, y esto es lo más probable, habríamos acabado
nosotros mismos con nuestras miserables vidas, consciente o inconscientemente.
Pensadora
(pausa): No quiero volver a oírte
decir esas palabras de ese modo. ¡Maldita sea Hab!, ¿no te das cuenta de que
has hablado demasiado rápido? A esa velocidad eres incapaz de controlar lo que
dices. (pausa) Podrías acabar con
todos nosotros, con la humanidad entera incluso, al escapársete una simple coma
o al pronunciar mal una palabra. Podrías decir “holocausto” en vez de “agosto”
y ya la tendríamos montada. (irónica)
“¡me iré de vacaciones en holocausto!”, o lo que es lo mismo; “¡mil millones de
muertos en agosto!”, y todo porque no supiste controlar tu maldita bocaza.
Hablador
(ufano): He, no te lo creas. Esta vez
no he descontrolado en absoluto. (pausa
valorativa) ¿No te has fijado que siempre utilicé el condicional? En todo
mi discurso. Dije: “habríamos, no podrías jamás, estaríamos...”. Tu misma me
dijiste que el condicional era una buena defensa contra mi maldición. Lo que
puede ser no tiene porque ocurrir. Tan solo se trata de una sugerencia. No una
imposición. Eso es lo que me dijiste Pensadora, y no sabes el alivio que me
procuró el que me abrieras los ojos a esa forma tan poco vinculante de hablar.
Pensadora
(alterada): Ya. Me obligas de nuevo a
reconvenirte. El uso del condicional es en efecto un escudo contra tu maldición
– tu poder según creo yo -. Y con él evitas imponer tus palabras a la débil
realidad. Pero recuerda lo que dijiste: “Tú eres la más lista de todos
nosotros.”, eso no es condicional. Es una afirmación que me ha convertido
efectivamente en la más lista de todos nosotros. Y que yo recuerde, no lo era.
Hablador
(seguro de sí): Bueno, pero yo sí
creo que debías serlo. Por eso estamos juntos, yo creo en ti y tú crees en mí.
No dije nada que no creyera por lo que: “se non e certo e ben trovatto”.
Pensadora
(divertida): Si no es verdad, está
bien pensado. Gracias por la alusión pero no, gracias. El poder que nos concede
el don que no hemos deseado no nos permite descuidar la enorme responsabilidad
que nos es conferida. ¡Ni un momento! Si la relación afectiva virtual que hemos
inventado entre nosotros tiene algún significado para ti te ruego que
replantees esa ligereza con la que actúas, que por lo demás se aleja de los
consejos con los que, tan inteligentemente según tú, nos he armado. No lo
olvides.
Hablador:
Más que consejos los llamaste normas. Aludiste al antiguo código griego de la
Koiné. (recordando) Siempre recordaré
aquel día... fue el que nos reunió a los cuatro por primera vez; tu, yo,
memento y soñadora.
Pensadora
(interrumpiendo): Será “tu, memento soñadora y yo”.
Hablador:
Si bueno, pero aquí el chiste no funciona puesto que solo se cambia el orden de
los presentes. Yo sigo estando en la frase.
Pensadora:
¿A que chiste te refieres?
Hablador:
Nada, déjalo. ¿No te parece significativo que yo fuese el último de nosotros
cuatro en aparecer? (sospechando)
Incluso podría resultar demasiado casual, demasiado a propósito...
Pensadora:
¿Te refieres a que yo estaba sola mientras memento y soñadora ya habían formado
pareja? ¿Quieres decir que tenía tanta necesidad de un macho que me atreví a
convocarte, que te tuve que pensar? No amigo no. No me creas tan desesperada ni
te creas tan imprescindible, que si te hubiera creado realmente estarías mucho
más bueno y, desde luego, serías mucho mejor hablado.
Hablador
(riendo): Ja, ja. Nadie puede hablar
mejor que yo y tu lo sabes. Siempre tengo... (guiñando el ojo hacia el cubo de Pensadora) bueno, “tendría” la
razón.
Pensadora
(seria): No sigas con ese
razonamiento Hablador. Tu poder solo te confiere la razón de los cobardes
dictadores, aquella que se impone por la fuerza. Tu no “tienes” la razón; la
impones. Lo que dices se “convierte” en realidad, una nueva realidad que no
existía antes, una realidad provocada por tu irreflexiva verborrea. (tiernamente) Por eso cariño, por eso
debes cuidar tan exquisitamente las palabras que cruzan el umbral de tus labios
(y amenazadora) – o la frontera de tus dientes - ,(conciliadora)
es vital para todos nosotros... incluso para ti.
Hablador
(hablando despacio): Muy bien
Pensadora, muy bien. Pero no hagas recaer todo el peso de la responsabilidad de
su poder sobre mi. Ya sé que no soy tan listo como tú pero no olvides que
vuestros poderes son sin duda más peligrosos que el mío, aunque claro, el mío
es más identificable y reconocible para todos. (enfadándose un poco) De hecho, no creas que se me escapa el que
estéis continuamente recriminando mis diálogos. ¡Por cautos que sean! Pero
claro, yo no tengo la posibilidad de saber si un pensamiento tuyo, un sueño de
Soñadora o un recuerdo de memento están cambiando algo de la realidad que
percibo. (algo asustado) Sobre todo
si esa realidad me manipula de tal forma que no me entero de mi nuevo ser
inventado por vosotros... (totalmente
asustado) o me hace desaparecer por completo del pasado y futuro del
universo.
Se enciende el cubo de Soñadora
suavemente.
Soñadora
(despertándose): De eso no te
preocupes Hab. No tendré la suerte de soñar algo así. Pero de todas formas
deberías cuidar lo que dices. Esta parrafada con la que me acabas de despertar
roza el peligro al que aludes y bien pudiera ocurrir que fueras tu mismo la
causa de borrarte del mapa y de ningún modo alguno de nosotros, así que...
Hablador:
Mira Soñadora, no creas que hablo siempre tan a la ligera. Si algo he
aprendido... (mirando el cubo de
Pensadora) o me han enseñado, es que mi poder discierne de alguna manera entre
lo que digo y el sentido real de lo que estoy diciendo. Eso supone una defensa
– una acotación natural - además de la de hablar en condicional o incluso la
otra posibilidad, la de expresar llanamente la verdad. De estos tres escudos
reconocidos para controlar mi voz, éste último – el de decir la verdad – es sin
duda el más eficaz siempre y cuando logro interpretarla correctamente. (sonriente)
Claro que no se me escapa de qué se trata en realidad de una tautología
necesaria. Cuando “digo” la verdad incurro necesariamente en un pleonasmo de
ipso, estoy creando con mis palabras lo que ya existe de por sí.
Soñadora
(aparentemente interesada): Vamos Hab. A nosotros nos interesan todas
las estratagemas que se te puedan ocurrir por si fuera posible trasladarlas a
nuestros problemas respectivos. Pensándolo bien no son tan distintos entre sí;
pensar, hablar, recordar o soñar son funciones cerebrales muy interrelacionadas
a fin de cuentas. En cuanto a ti te interesa explicarnos tus dudas para que tu
mismo las llegues a entender. Háblanos de tu segunda defensa.
Hablador
(agradecido y calculador en sus respuestas): Hablar en condicional...
más que un escudo real, se trata de un truco, un engaño contra mi Voz. Pero, y
a eso iba, el segundo escudo, sin duda el más sutil puesto que ni siquiera
entiendo perfectamente su modo de obrar, se refiere al hecho comprobado de que
el poder de mi Voz no siempre acata, obedece o se somete a las palabras que
pronuncio. En todo caso no literalmente, y lo sabéis. Lo comprobamos por ejemplo
cuando digo que me anuláis al juzgarme y en contra de lo esperable no
desaparezco porque me juzguéis nulo. Mi poder reconoce el sentido de la frase
que he pronunciado y lo matiza para no obedecerle literalmente. ¡Ya me gustaría
contar con una protección semejante contra vuestros poderes!
Soñadora:
Perdona Hablador pero esa sutileza de tu poder es precisamente tu debilidad
puesto que no la controlas. ¿Cómo sabes el modo en que interpretará tu voz el
mensaje que lleva?, ¿y si lo hace al revés de lo que pensabas?. Reconoce la
verdad, si solo intuyes el proceso interpretativo de tu Voz sobre tus palabras
es que no lo conoces. Este, por lo demás, es un problema común a todos los
humanos precisamente desde que nació su facultad de conversar. ¿Quién sabe exactamente
expresar la verdad? ¿Qué verdad para quién y vista por que interlocutor? Si te
jactas de entender ese proceso de transición entre lo que dices y lo que
querías decir, me temo que lo que en realidad quieres es equipararte a tu
amiguita Pensadora.
Pensadora:
¡Déjalo en paz Sonia! No lo aboques hasta que cometa un error. Podría ser fatal
para todos y lo sabes.
Soñadora
(cansina): A veces pienso que eso
sería lo mejor. Terminar de una vez para siempre con el temor de dormirme, y
después de dormida, soñar que me dormí y que ya no sueño que existo.
Memento:
¡Calla loca, que a veces se sueña lo que se dice y bien podría ser ese tu
castigo definitivo!; soñarías un día haber sido un sueño y... ¡o Dios mío no
quiero ni pensarlo! (encendiéndose su cubo)
Bueno. De todas formas, yo nunca recordaría tu desaparición, así que a fin de
cuentas despertarías necesariamente y no conseguirías desaparecer.
Soñadora:
No creas que no pensé también en eso. Pero no es tan sencillo como crees. Lo
primero es que tendrías que convocar efectivamente un recuerdo de mi ser. “¡De
todo mi ser!”. Si no, solo sería eso un recuerdo de la que fui, una imagen
surgida de tu cerebro, la que conoces de mí. ¿Pero serías capaz de traer con
ella todos mis recuerdos? ¿Acaso conoces todos y cada uno de los rincones
oscuros, de los tormentos inconfesables, de las vergüenzas pasadas o mis
momentos de gloria? Y es que soy todo eso Mem, todo eso y mucho más. También
soy un conjunto de defectos y virtudes, de aciertos y errores, de esperanzas y
temores, todos lo somos entiéndelo, ¡y no solo eso!, sino también el infinito
abanico que se encuentra entre esos maniqueos extremos. Los hombres somos todo
lo que hay entre el bien y el mal, todo, y todo a la vez.
Pensadora:
Un inciso. Te recuerdo “Memento” que además de lo que acaba de exponer
Soñadora, no tienes el poder real de recordar lo que se te antoja y que si
alguno de nosotros consiguiese realmente hacerse desaparecer del universo,
sería de un modo tan total y absoluto que “realmente no habría existido jamás”
y – por lo tanto – no tendrías a nadie a quién recordar para que volviese a
existir puesto que nunca lo habría hecho.
Memento
(abrumado): Bueno si... solo quería
que ella supiera cuanto la amo, cuanto la necesito. No pretendía...
Soñadora
(interrumpiendo): Aclárate Mem, ¿me
amas o me necesitas? Ten cuidado con lo que pretendes o dejas de pretender. Y
te digo lo mismo que a Hablador, que cuides un poquito tu lenguaje. Si todo el
mundo lo hiciera, el mundo iría sin duda mejor de lo que va. (sarcástica) Y eso que los humanos
comunes hablan sin la responsabilidad de pontificar cada palabra sobre la
Realidad como le ocurre a Hablador. (volviendo
al tono coloquial) En cuanto a esa idea tuya, y confesémoslo: nuestra, de
que cualquiera de nosotros podría efectivamente haber creado a los otros tres,
pues bien, digo que sería un buen tema de debate para este nuevo día de
angustia que empieza a despuntar. ¿O tan solo se trata de un sueño, (mirando al cubo de Hablador) de una
frase, (mirando al cubo de Pensadora)
de un pensamiento o (mirando al cubo de
Memento) un recuerdo? (suspirando)
En todo caso, será una vez más un nuevo día de enfrentamiento ilustrado entre
cuatro superhombres desde el interior de estas originales mansiones.
Funde a negro pero da lugar enseguida al:
ACTO
II
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