miércoles, 13 de agosto de 2008

La levedad del idioma


Veamos por ejemplo. Una palabra como "nieve" representa una generalización de lo que en el fondo sabemos es la nieve.
Las nieves tienen físicamente varias formas de cristalizar. Según la temperatura ambiente, la presión atmosférica, aparecen de una u otra forma. Pero para nosotros, solo hay una nieve blanda, polvorienta o helada. Solemos utilizar los adjetivos como paliativos a las limitaciones de los nombres. A pesar de ello, aun resulta insuficiente porque los adjetivos siguen siendo palabras.
Surge a la mente de todos, de ahí este ejemplo, que los esquimales emplean un amplio vocabulario para referirse a "las nieves". Y es que las hay con distintas texturas, colores, temperaturas y reflejos. Recordar aquella nieve roja de la que hablaba Julio Verne que por lo visto debe su tonalidad a una clase de hongo que la colorea. De esta manera disciernen las múltiples variedades de nieve con fines prácticos para quienes viven en ella. Asimismo, los científicos la catalogan con distintos guarismos según su temperatura de cristalización.
Todo esto sirva como evidencia de la poca sutilidad con la que las palabras aluden a los conceptos que procuran representar. Entendamos por ello la existencia de paradojas, frutos de la falta de correspondencia exacta entre lo que es y lo que dice que es. Traduttore tradittore. Toda traducción es traición.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No todo traductor es traidor, tan sólo lo es (y los hay por doquier) aquel que no conoce la cultura y tradiciones de la lengua que está traduciendo.
Por otro lado, no es el Verbo el que corrompe o equivoca sino su mal uso. Las lenguas que logran acercarse, a través de su vocabulario, a los términos más abstractos , se dice que son las menos susceptibles de llevarnos a paradojas.
La lengua es una invención humana, sí, pero también lo es el número, la parábola matemática, la ecuación... Sin un correcto conocimiento de las lenguas las ciencias no llegarían a ningún lado, la comprensión verbal es la base para cualquier abstracción científica, filosófica, para la discusión política...

Marc Gasca dijo...

Anamreh Aifos: Me ratifico. Todo traductor es traidor por necesidad. Y precisamente (¿no es ese el título de mi articulo?) porque el primer traidor es el propio lenguaje. Pero esa es mi tésis. No es un absoluto. Y además, mi premisa nos avisa de que no vamos a llegar a entendernos puesto que el lenguaje no nos lo permitira. En cuanto a lo de la comprensión verbal para la científica: ¡niego la mayor!. Eso es lo que tenemos pero como dice Souviron: "no me digas lo que es, díme lo que debería ser". Y yo digo que lo que debería ser es un lenguaje puramente cientifico. Esto es, un lenguaje contrastado y contrastable en el que cada símbolo (vease palabra) esté perfectamente acotado y definido... enfin, cosas mías.

Anónimo dijo...

¿Es posible la convivencia, la tecnología, el tráfico aéreo, de coches, de barcos, sin la absoluta comprensión de los símbolos que forman sus propios códigos? ¿cómo habría podido Alejandro Magno llevar a cabo su conquista o el propio Napoleón gobernar sus tropas únicamente con una fórmula matemática, sin la comprensión de sus órdenes por parte de las ingentes huestes de soldados?
Esto pueden ser dos preguntas retóricas o no. En el segundo caso estoy abierta a cualquier "discusión".