Debemos insistir en el hecho de que las paradojas meramente orales, no físicas, responden a la falta de rigor de los idiomas que las conforman. Entendamos en efecto que estos son pobres herramientas para nuestras mentes. No evolucionan adecuadamente para el ingenio al que sirven. Y lo curioso, lo paradójico, es que ellos son las que permiten ese ingenio. Se lo permiten y lo acotan. Lo limitan creándolo.
Por cierto que la creación misma del ingenio (de la abstracción) y el de las palabras (de los símbolos) procedió de una simbiosis entre esas dos expresiones de lo mismo, ingenio y palabra, Lo que es y lo que representa.
En efecto. En un principio, el hombre se veía rodeado de cosas y el mismo era una de ellas. Pero poco a poco apercibióse de la posibilidad de evocar mediante algún símbolo (gesto, gruñido) la presencia teórica de algún objeto no presente. Esto era una idea. A partir de este punto no fue solo la idea la que permitió abstraer al objeto sino que el propio objeto fomentaba la evocación de la idea. Esto amplió considerablemente las posibilidades del lenguaje al exacerbar la inteligencia que lo creaba al emplearlo.
El problema del idioma proviene sin duda del hecho de que debe existir una ley natural según la cual, una vez establecida una palabra (definitoria o símbolo de su objeto o concepto), se estanca sin aceptar ampliación mas exhaustiva (de ese concepto). Es decir, la imagen-mente queda burdamente expresada por la palabra. Añadiremos sin embargo que por mucho que se esforzara el lenguaje en perfeccionar su herramienta básica, las palabras, nunca lograría completar totalmente el fondo que representa. Y ello porque eludimos la mayor parte del concepto real al darle nombre. En cierta medida, una palabra es un resumen superficial de lo que se pretende definir. La única forma de perfeccionar una palabra es darle mayor cantidad de información. Esto, sea como sea, siempre desembocará en una mayor complejidad de la palabra. Y llevándolo al absurdo, la propia y perfecta palabra dejaría de ser humanamente expresable más que como una compresión directa del concepto evocado.
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5 comentarios:
Fichado! Un abrazo
Gracias a esa imperfección de las palabras para expresar existe el arte.
Vendré a verte.
En eso estoy absolutamente de acuerdo. El arte es imperfección magnificada.
Marc
Completamente interesante. "La palabra no es el hecho".
Escribo cosas parecidas en mi blog y este texto me pareció interesante, distinto y con la misma conclusión (según mi interpretación)
¡Un saludo!
La palabra no es el hecho ni la cosa.
Veo que (Addax) tienes 26 años.
Dado que este es un blog eminentemente temporal, te interesará saber que esa era la edad que yo tenía cuando escribí este comentario al que contestaste. Ahora nos contesto a los dos, a ti ahora y a mi entonces, desde la atalaya de mis 48.
Esto parece un rollo pero me venía al pelo para el tema de mi blog.
Y además es cierto.
http://es.wikipedia.org/wiki/Tiempo
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