Y sin embargo, a nosotros los humanos, a los que tanto nos gustan las leyendas y los cuentos, no aprovechamos el extraordinario caudal que la simple realidad nos ofrece. No contamos las verdaderas historias que sí hemos protagonizado y que hasta al mismo Homero llenarían de admiración.
Esto es tanto más grave en cuanto que deberíamos enorgullecernos no sólo de esas proezas sino de la misma herramienta, la tecnología en sí con que las hemos podido desarrollar.
Ya defendí en otra ocasión esta rama de la sabiduría humana que la enaltece y justifica como especie por encima de todos sus innegables y criminales defectos.
La astronautica.
Sirva esto como introducción a la que me parece ha sido la más increible historia de todas las que conforman la gran evolución de la astronáutica.
En ella encontramos intriga política, constancia, supervivencia y aún queda tiempo para el amor romántico. ¿Cómo es posible que Hollywood no se haya hecho eco de ella todavía?
Os contaré esta aventura tal y como la fui descubriendo yo mismo:
Todo empezó con un artículo del periódico El PAIS fechado el 20/02/1992 firmado por el corresponsal en Moscú Sebastián Serrano.
Serguéi Krikaliov y Alexandr Vólkov, los dos cosmonautas rusos que dan cada día 16 vueltas a la Tierra a bordo de la estación espacial Mir, saldrán la próxima madrugada al espacio para limpiar los vidrios de los instrumentos ópticos y, de paso, asear las ventanas por fuera. Será su última acción antes de regresar dentro de un mes a un país que no se parece en nada al que dejaron en mayo y octubre, respectivamente. La Mir, que hoy cumple su sexto aniversario en órbita, seguirá girando con dos nuevos cosmonautas, como símbolo ya obsoleto de lo que fue un brillante programa espacial.
¿A qué ya os pica el gusanillo?
Empecé a investigar y encontré lo siguiente en la web:
Los dos astronautas, según un portavoz oficial, reparten su tiempo según el clásico canon socialista: ocho horas de trabajo, ocho de ocio y ocho de descanso. Parte de su tiempo de ocio lo dedican a hablar con radioaficionados de la Tierra, con los que mantienen largas conversaciones.
Y Krikalev tiene una cita puntual casi a diario con su porpia esposa que se agenció un equipo de radioaficionados. Pero esta es la parte romántica en la que abundaremos más adelante.
Las amistades que han ido creando con el paso de los meses pueden en algún momento llegar a ser vitales para ellos, porque desde hace dos meses no tienen comunicación directa con el control de tierra en seis de las 16 órbitas diarias; es decir, nueve horas al día. Antes, la comunicación se garantizaba a través de un satélite situado en órbita geoestacionaria, que ya no existe, y mediante estaciones terrestres y barcos situados en medio de los océanos. "Por razones económicas se tuvieron que retirar los barcos que había en el Atlántico", explica Vsévolod Látishev, del centro de control de vuelo de Kaliningrado, en las afueras de Moscú.
Y aquí tenemos la vertiente de supervivencia de esta historia:
Esa escasez de recursos ha llegado a extremos difícilmente creíbles para un ciudadano europeo occidental: la nave de carga que viajó a la estación espacial el 27 de enero no pudo llevar en sus bodegas la miel que los cosmonautas habían pedido porque no hubo manera de encontrarla en las tiendas del Estado.
"Es muy difícil conseguir miel de alta calidad", se lamentó entonces el médico Valeri Poliakov, uno de los responsables de la alimentación de los pilotos. Afortunadamente sí se pudieron colocar en órbita cebollas frescas, pimientos y limones, que les están proporcionando un aporte vitaminico esencial para su recuperación cuando regresen a la Tierra.
El lanzamiento de esa nave de carga coincidió con una jornada de protesta en el centro de Kaliningrado porque los sueldos de técnicos superespecializados están al mismo nivel de miseria que los de los trabajadores de la limpieza.
Látishev admite que la estación espacial Mir ha cumplido ya el periodo de servicio para el que fue diseñada, pero niega que sus dos habitantes sean unos rehenes espaciales que no puedan regresar en caso de emergencia, como ha afirmado algún diario editado en Francia, país que sigue muy de cerca la singladura de ese ingenio espacial porque un francés tiene previsto volar hasta él este año.El mes que viene, el que trabajará unos días en la Mir será un científico alemán. Uno y otro proporcionarán los tan necesarios ingresos en divisas. "Si no logramos la financiación suficiente, muchos logros importantes no se podrán alcanzar y todo el mundo perderá. Nuestros descendientes no perdonarán eso", dijo amargamente a Tass durante la comunicación de Año Nuevo el comandante de la nave, Alexandr Vólkov, un coronel de 43 años que ya había estado anteriormente en el espacio otras dos veces. Cuando Krikaliov voló a la Mir en mayo, Mijail Gorbachov aún agarraba con firmeza el timón de la URSS. Desde arriba vio cómo se produjo un golpe de Estado y, ya acompañado de Vólkov, cómo la URSS dejaba de ser la URSS para deshacerse en 15 Estados independientes.
En la actualidad, su futuro depende fundamentalmente de Rusia y, aunque Borís Yeltsin atacó tiempo atrás con dureza el gasto espacial, ahora parece convencido de que se ha de salvar lo que se pueda. Esta misma semana, según la agencia Interfax, va a crear la Agencia de Estudios Espaciales de Rusia, que se encargará de coordinar el complejo espacial y programar las futuras prioridades.
Pero os había prometido una historia de amor romántico:
Las restricciones telefónicas no impiden a los dos cosmonautas hablar cada semana con sus esposas, que les mantienen al tanto de los avances escolares de sus hijos. Esta es la historia más bonita jamás escrita de amor verdadero. Permitidme la cursilería. Según lo que oí por entonces en la radio, decian que unos amigos de la pareja habían conseguido un equipo radio transmisor para que la mujer de Krikalev pudiese comunicarse 'caseramente' con su hombre en el espacio. Recordad que la comunicación a través del satélite geoestacionario ya no existía puesto que nadie lo había mantenido estabilizado (giroscopios y demás) desde el control de tierra puesto que había dejado de existir. Había sido barrido por la Perestroïka. La falta de presupuestos, en realidad de dinero contante y sonante puesto que no había nadie para pagar en la taquilla de nóminas, implicaba que los mandos habían perdido sus empleos (al menos nadie les pagaba) y sus empleados también. Recordad además que por las mismas razones, habían retirado los barcos situados en el Atlántico que hacían de enlaces-receptores de las señales de la MIR.
De vez en cuando también dialogan con algún periodista. Poco antes de Año Nuevo se produjo uno de esos contactos. "La información que obtenemos en el espacio", explicó Krikaliov, de 33 años, al reportero de Tass, "es procesada en la Tierra. Así, nuestro trabajo aporta información científica y también divisas, que quiero que sirvan para financiar el desarrollo de la investigación espacial".
Krikaliov sabe muy bien lo que significa que el dinero escasee. Su regreso a casa estaba previsto para octubre, pero razones económicas obligaron a mantenerlo en la Mir "después de hablar con él y de que diera su consentimiento", explica Látishev.
El resultado de esta gesta. Su corolario o conclusión:
MOSCÚ.- El cosmonauta ruso Serguéi Krikaliov, comandante de la undécima expedición en la Estación Espacial Internacional (ISS), ha batido el récord de tiempo acumulado en el espacio. Krikalio ha superado la marca de 747 días y 14 horas establecida por el cosmonauta ruso Serguéi Avdéyev.
Familiares y amigos felicitarán a Krikaliov con motivo de su récord durante una breve sesión de radio, previa a la rutina habitual a bordo del ISS, situada en una órbita de más de 320 kilómetros de la Tierra.Un cosmonauta experimentadoKrikaliov, de 46 años, es uno de los hombres más experimentados de la brigada de cosmonautas rusos, y el único que salió al espacio siendo ciudadano soviético y volvió a la Tierra como ruso, pues siguió desde la estación espacial Mir el desmoronamiento de la URSS.Entonces, Krikalov vivió en la Mir once meses seguidos y en vuelos anteriores en 1988 y 1989 ya había acumulado 151 días en el espacio.
Interior de la MIR (módulo base) en enero de 1989: las tripulaciones Mir 24 y STS 89.
Añadiré unos pocos datos de interés que pesqué de la wikipedia en la entrada correspondiente a Sergueï Krikalov (versión francesa): En la entrada “Segunda estancia a bordo de la Mir (1991-1992)” dicen que Krikalev empieza a entrenarse en diciembre de 1990 para la novena misión MIR que constará de 10 EVAs (salidas extravehiculares). El 19 de mayo de 1991 lanzan la Soyouz TM-12 con Krikalev a bordo como ingeniero de vuelo junto al comandante Anatoly Artsebarsky y a la astronauta británica Helen Sharman.
Inciso: Helen es la primera mujer no soviética o americana que sube al espacio.
El caso es que tampoco es que se luzca demasiado (o es que no se lleva bien con Krikalev) puesto que solo permanece allá arriba una semana con los dos rusos. Y además aprovecharía para jubilarse justo al aterrizar, el 26 de mayo de 1991, cuatro días antes de su 28 cumpleaños.
Sí. A mi me parece algo sospechoso todo esto aunque tan solo expongo los datos.
Pero sigamos a Krikalev donde lo dejamos en su primera semana en la MIR en mayo de 1991:
Ese verano, Krikalev y su comandante efectuan como previsto seis EVAs para llevar a cabo tanto experimentos como tareas de mantenimiento de la estación (¿limpiar los cristales por fuera?).
Un mes después, en Julio de 1991 Krikalev acepta seguir en la MIR como ingeniero de vuelo de la siguiente tripulación prevista para octubre. La escasez de presupuesto de la rusia emperestroïkaizada empieza a hacerse notar y el recorte afecta la secuencia de las misiones por lo que se dobla la de Krikalev. Y además, tampoco preparan adecuadamente a los nuevos cosmonautas rusos por lo que aunque sube un ingeniero de vuelo con la Soyuz-13 el 2 de octubre de 1991, no tiene la experiencia suficiente para darle el relevo a Krikalev.
El caso es que el 10 de octubre de 1991 (ya van dos meses y pico de permanencia en el espacio de Krikalev) bajan a tierra los tripulantes de esta Soyuz-13 (que solo han estado una semana) acompañados por el primer comandante de Krikalev: Artsebarsky.
Pero no temáis. Krikalev tiene un nuevo comandante que se ha quedado con él en la MIR (PAZ en ruso): Volkov.
Y este es el episodio que tanto me ha llamado la atención y que habéis podido seguir gracias a los recortes informativos que os he pescado por la red de redes.
Krikalev y Volkov no bajarían a la madre tierra hasta el 25 de marzo de 1992.
Mientras tanto el control de tierra casi se olvidaría de ellos mientras la Perestroïka reseteaba el sistema político de su país y cambiaba inexorablemente la URSS en rusia.
Pero no importaba.
Krikalev conseguía comunicarse cada día con su mujer a unas horas determinadas. Aquellas en que la MIR sobrevolaba la casa donde su mujer conectaba un sencillo aparato de radioaficionado cuya antena estaba dirigida hacia el cielo.
Y Krikaliov había permanecido 310 días seguidos en la MIR.
No más de 30 minutos se demoró la Soyuz TM-13 en descender desde la Mir hasta las estepas kazajas. Sólo media hora para que Krikaliov, que en agosto cumplirá 34 años, llegara a otra realidad, a una realidad a la que quizás le cueste adaptarse.
Hoy Krikaliov regresa a un mundo completamente distinto, donde ya nada es igual. Ni siquiera en su casa. De ser una familia privilegiada, con ingresos muy por encima de los del ruso medio, los Krikaliov han pasado a tener dificultades para llegar a fín de mes. Él mismo apenas gana el equivalente a 10 dólares mensuales (unas 1.000 pesetas).
También a su hija la encontrará irreconocible, pero éste quizás sea el único cambio agradable que le espera. A Olga la dejó recién nacida cuando daba sus primeros pasos, y ahora se encontrará con un niña que ya corre por la casa y que le hace un sinnúmero de preguntas.Krikaliov, sin embargo, no cree que tendrá graves problemas de adaptación a la nueva realidad, a pesar de los temores expresados por algunos de sus colegas.
.
El duro aterizaje en las estepas rusas. Sobre todo si lo comparamos con el elegante aterrizaje del Discovery que podéis ver en la entrada de mañana:
Y la acogida en tierra de Krikalev:
Una visión de conjunto del lugar estepario:
Y por fin: el alumbramiento o la salida del huevo:
"He vivido en territorio de Rusia mientras las repúblicas permanecían unidas en la URSS, y ahora regreso a Rusia, que está unida en la Comunidad de Estados Independientes, así que el cambio no ha sido tan grande", dijo Serguéi Krikaliov la semana pasada en una conferencia de prensa transmitida desde el espacio.
Pero Krikalev no se contentaría con este record de permanencia en el espacio: lo veremos mañana.
Artículos relacionados:
¿Cuánto combustible tiene un cohete?
¿Porqué necesitan varias etapas los cohetes?
El primer cosmonauta: Laika
Otras puñetas cosmonauto-simiescas.
Apollo 11: alunizaje.
Cronicas desde Marte
1 comentario:
No te creas el unico, que yo soy una ferviente y unica en mi pais en admirarlo, desde 1992. Tube privilegio en conocerlo, personalmente.😁
Publicar un comentario