sábado, 23 de julio de 2011

Consignas interesadas


Siempre me ha parecido curioso que cuando tocas estos temas sobre si tal o cual actor debe de ser homosexual, la gente suele saltar y aludir a que cada cual vive como quiere y que a nadie le importa la sexualidad de los demás.

Estoy absolutamente de acuerdo en lo primero pero no en lo segundo.

Los actores son gente pública que vive de su imagen y del interés que sus hechos y miserias producen en los demás. Es la historia de siempre: asumir que los privilegios implican siempre algún compromiso de vuelta, una responsabilidad inherente al “cargo”.

Quede claro que no justifico el inmiscuirse en la vida de los actores porque expongan sus personajes sobre la gran pantalla. Sé diferenciar la parte pública de la privada. Faltaría más. Pero también es cierto que sus vidas despiertan inevitablemente más interés que la mía o la vuestra y que la curiosidad es humana. También entiendo que ellos mismos explotan sus vidas en el sentido de que siguen interpretándolo para vendernos una imagen de sí mismos más o menos edulcorada. Todos lo hacemos pero ellos en plan profesional.

Así pues, entiéndase bien que no justifico el lanzarnos como bestias sobre sus pasos en los supermercados o restaurantes. Solo digo que si podemos indagar en la red acerca de los muchos artículos que hablan de ellos, hagámoslo (como de hecho lo hacéis).

A menudo los políticos se quejan también de la falta de privacidad de sus vidas. Véase las hijas de Zapatero. Bueno. Me parece que eso va con el cargo. De hecho, ellos están mucho más protegidos que cualquiera de nosotros en todos los sentidos así que si hurgamos un poco en sus vidas… no me dan ninguna pena.

Otra cosa: los actores suelen vendernos su heterosexualidad para engatusar a todo el sector de su público que pueda soñar con ellos. Qué queréis que os diga, a mi me parece bien desfacer entuertos.
Pero no. Siempre hay quién se erige en defensor de causas defendidas y se ofende por las injerencias en las vidas de los famosos (que son famosos porque se conocen sus vidas).

Tengo bien clasificada este tipo de respuestas como otra consigna más, insertada en el subconsciente colectivo de la sociedad. Otra de las consignas (a seguir) injertadas muy aviesamente para defender a los que ya lo están (por estas mismas consignas). ¿me seguís?


Es una más de las “ideas” de respuesta sospechosamente inmediatas e uniformes de la gente que me rodea. ¿Cómo es posible que siempre me contestéis lo mismo?

Son las mismas respuestas que justifican que Clinton era muy simpático porque hacía lo que cualquier hombre de su posición haría: que se la chupe una becaria.

Si pensáis un poco en ello, se trata precisamente de un tipo de razonamiento aberrante como explicaba en mi anterior entrada.

Este tipo de razonamientos aberrantes está perfectamente estudiado en psicología social:

Es bien sabido que lo primero que utilizan las sectas para captar a sus futuros esclavos es precisamente ese tipo de asentimiento repulsivo del cual jamás podrán zafarse. Suelen pedirles que rompan sus lazos con la familia de la manera más brutal posible. Por ejemplo mediante una llamada telefónica en la que le dicen a sus padres que no son nada para ellos y que han encontrado la felicidad con su “nueva familia”.


El mecanismo que se pone en marcha a continuación es simple pero efectivo. Cuando el "ya esclavo" ha caído en la primera y definitiva trampa de renegar de lo único que realmente ha sido un bien para él mismo, solo le queda un camino: proseguir en esa línea para justificar esa primera aberración.

No hacerlo significaría haberse equivocado. Y eso suele ser algo que a la gente no le gusta plantearse.

Debo decir que entiendo perfectamente el mecanismo sectario porque yo mismo lo sufrí a mi manera y me costó mucho razonar sobre ello y entender cómo podía haberme alienado de tal manera. Alienado en el sentido literal de la palabra. Cuando me recuerdo de entonces no sé quién era esa persona que era yo.

Pero volviendo a las consignas interesadas, por ejemplo aquellas que brotan inconscientemente cuando le digo a alguien que soy anarquista: si. Es muy bonito pero se trata de una utopía.

Recuerdo que lo de la utopía se utilizó mucho contra la Izquierda Unida de Julio Anguita. Muchos amigos míos simpatizantes de IU preferían votar PSOE por aquello del voto útil contra “la Utopía”.
Como siempre, pienso que los poderes fácticos les habían metido otro gol.

De hecho, la consigna general en este caso es la de relacionar Utopía con imposibilidad… y cuela.

Otra de las consignas es la de convertir el voto en una obligación moral (o a secas).

Ya sabéis las respuestas Paulovianas:  

Si no votas, permites que gane la derecha (o la izquierda).

Si votas en blanco o  nulo, le regalas el voto porcentual al más votado.

Esto, realmente nadie lo entiende muy bien pero es intuitivamente coherente.

¿A nadie se le ocurre preguntarse por qué son estas unas de las pocas cuestiones sobre las que se ponen de acuerdo todos los partidos?

Solo por eso merecería la pena plantearse no seguirles la corriente a ninguno de ellos.

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