sábado, 13 de agosto de 2011

Puesta de sol en Marte

Esta entrada es un simple homenaje a nuestro vecino. Me parece tan maravilloso poder ver una puesta de sol desde allí que he remontado este video.

La música es mía ;-)

Si os gusta, aqui y aqui hay más.

martes, 9 de agosto de 2011

Outcasts: Tigre, tigre

Hay veces en que uno agradece el distanciamiento de las series inglesas con respecto a las americanas. Su estética y su parte humana rompen un tanto con los clichés épicos de sus equivalentes ultramarinos.

El caso es que acabo de ver las excelentes series Life on Mars y Outcasts que os recomiendo fervientemente.

No os preocupéis: no voy a revelar ningún espoiler por lo que podéis seguir leyendo sin temor.

En Outcasts (que por cierto ha sido cancelada por sus productores de la BBC) había un pequeño hilo conductor en forma de una bonita estrofa poética.

El poema me gustó y me parece interesante ponéroslo aquí junto a su traducción.
 Su autor es William Blake (1757 – 1827), un polifacético artista Londinense, poco conocido en su época pero muy reivindicado en los últimos tiempos.

William Blake. 1757–1827

489. The Tiger

TIGER, tiger, burning bright
In the forests of the night,
What immortal hand or eye
Could frame thy fearful symmetry?

In what distant deeps or skies 5
Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand dare seize the fire?

And what shoulder and what art
Could twist the sinews of thy heart? 10
And when thy heart began to beat,
What dread hand and what dread feet?

What the hammer? what the chain?
In what furnace was thy brain?
What the anvil? What dread grasp 15
Dare its deadly terrors clasp?

When the stars threw down their spears,
And water'd heaven with their tears,
Did He smile His work to see?
Did He who made the lamb make thee? 20

Tiger, tiger, burning bright
In the forests of the night,
What immortal hand or eye
Dare frame thy fearful symmetry?
El Tigre

Tigre, tigre, que ardes brillante
en los bosques de la noche:
¿Qué mano u ojo inmortal
pudo delinear tu tremenda simetría?

¿En qué profundidades o cielos distantes
ardió el incendio de tus ojos?
¿Con qué alas se atreve su aspiración?
¿Cuál es la mano que osa atrapar tal
fuego?

¿Y cuál escápula, cuál arte pudo
entrelazar las fibras de tu corazón?
Y cuando tu corazón comenzó a latir
¿qué mano tremenda, qué pies
tremendos?

¿Cuál es el martillo, cuál es la cadena?
¿En cuál horno se forjó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué terrible garra
se animó a asegurar sus mortíferos terrores?

Cuando las estrellas dispararon sus dardos
y regaron el cielo con sus lágrimas:
¿sonrió Él al ver su obra?
¿El que hizo al Cordero fue quien te hizo?

Tigre, tigre que ardes brillante
en los bosques de la noche:
¿qué mano u ojo inmortal se atrevió
a delinear tu tremenda simetría?






A destacar el excelente trabajo de Eric Mabius, que por cierto habíamos visto en Resident Evil (2002) en un papel no menos interesante.







 
Por cierto que en ultramar también suena este poema anglosajón. Aquí os dejo constancia de él en la serie coproducida por EEUU, Gene Roddenberry y Canada; Andrómeda.



La serie es bastante flojilla y (porque) tiene a Kevin Sorbo, el protagonista de la serie Hercules. Kevin se casó con la estupenda centaura de la serie Hercules, Sam Jenkins.

Y aqui la parejita :-)

jueves, 4 de agosto de 2011

Escalas en el sistema solar

Estoy leyendo un buen libro de divulgación científica de Bill Bryson cuyo título es Una breve historia de casi todo.
Muy aconsejable en todos los sentidos.
Os dejo un pequeño resumen para abrir boca: lo he elaborado de tal manera que podáis leer cada párrafo a modo de sentencia diferenciada, interesante y auto consistente.

Y como siempre, si clicais sobre las fotos las podréis ver a mayor tamaño.
Por mucho que te esfuerces, nunca serás capaz de hacerte cargo de qué pequeño, qué espacialmente insignificante es un protón: sencillamente demasiado pequeño.
Un protón es una parte infinitesimal de un átomo, que es en sí mismo, por supuesto, una cosa insustancial.

Los protones son tan pequeños que una pizquita de tinta, como el punto de esta «i», puede contener unos 500.000 millones de ellos.
El espa­cio es sencillamente enorme... Incluso en el caso de que viajásemos a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo), tardaríamos siete horas en llegar a Plutón.

Pero no podemos aproximarnos siquiera a esa velocidad. Tendremos que ir a la velocidad de una nave espacial, y las naves espacia­les son bastante más lentas. La velocidad máxima que ha conseguido hasta el momento un artefacto humano es la de las naves espaciales Voyager 1 y 2, que están ahora alejándose de nosotros a unos 56.000 kilómetros por hora. Aun así, tardaron nueve años en llegar a Urano y doce en cruzar la órbita de Plutón.
 La mayoría de los mapas que se ven en las clases mues­tra los planetas uno detrás de otro a intervalos de buena vecindad - los gigantes exteriores llegan incluso a proyectar sombras unos sobre otros en algunas ilustraciones -, pero se trata de un engaño necesario para po­der incluirlos a todos en la misma hoja.
En verdad, Neptuno no está un poquito más lejos que Júpiter. Está mucho más allá de Júpiter, cinco veces más que la distancia que separa a Júpiter de la Tierra, tan lejos que recibe sólo un 3 % de la luz que recibe Júpiter.
Las distancias son tales, en realidad, que no es prácticamente posible dibujar a escala el sistema so­lar. Aunque añadieses montones de páginas plegadas a los libros de texto o utilizases una hoja de papel de cartel realmente muy grande, no podrías aproximarte siquiera.
En un dibujo a escala del sistema solar, con la Tierra reducida al diámetro aproximado de un guisante, Júpiter estaría a 300 metros de distancia y, Plutón, a 2, 5 kilómetros —y sería del tama­ño similar al de una bacteria, así que de todos modos no podrías ver­lo—. A la misma escala, Próxima Centauri, que es la estrella que nos queda más cerca, estaría a 16.000 kilómetros de distancia.

Cuando llegásemos a Plutón, nos habríamos alejado tanto del Sol —nuestro amado y cálido Sol, que nos broncea y nos da la vida—, que éste se habría quedado redu­cido al tamaño de una cabeza de alfiler. Sería poco más que una estrella brillante.
Plutón puede ser el último objeto que muestran los mapas escolares, pero el sistema solar no termina ahí. Ni siquiera estamos cerca del final al pasar Plutón. No llegaremos hasta el borde del sistema solar hasta que hayamos cruzado la nube de Oort, un vasto reino celestial de cometas a la deriva, y no llegaremos hasta allí durante otros —lo siento muchísimo— 10.000 años.
La unidad básica de medición en el sistema solar es la Unidad Astronómica, UA, que representa la distancia del Sol a la Tierra. Plutón está a unas 40 UA de la Tierra y, el centro de la nube Oort, a unas 50.000 UA. En definitiva, muy lejos.
 La misión tripulada a Marte, solicitada por el primer presidente Bush en un momento de atolondramiento pasajero, se desechó tajantemente cuando alguien averiguó que costaría 450.000 millones de dólares y que, con probabilidad, acabaría con la muerte de todos los tripulantes —su ADN se haría pedazos por la acción de las partículas solares de alta energía de las que no se los podría proteger-.

Basándonos en lo que sabemos ahora y en lo que podemos razonable­mente imaginar, no existe absolutamente ninguna posibilidad de que un ser humano llegue nunca a visitar el borde de nuestro sistema solar... nunca. Queda demasiado lejos.

Os dejo aquí el analema de marte que he transformado en gif para que se vea animado:
Photobucket

En astronomía, el analema (en inglés analemma, con dos emes) es la curva que describe la posición del Sol en el cielo si todos los días del año se lo observa a la misma hora del día (tiempo civil) y desde el mismo lugar de observación. El analema forma una curva que suele ser, aproximadamente, una forma de ocho (8) o leminiscata. Pueden observarse analemas en otros planetas del Sistema Solar, pero poseen una forma diferente al observado en la Tierra, pudiendo llegar a ser curvas diferentes de un ocho (en Marte es muy similar a una gota de agua), aunque poseen como característica común: ser siempre cerradas.

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Y aqui tenéis una puesta de sol en Marte.