miércoles, 18 de marzo de 2009

El primer viaje temporal: La Epopeya de Gilgamesh

Inciso del futuro: Ha pasado el tiempo y he escrito en el futuro (el sábado 7 de noviembre de 2009) un articulillo sobre la primera novela de ciencia ficción científica. Pero leed lo que sigue que es super interesante (y me ha costado unas cuantas horas de mi vida).
Inciso 2º de más del futuro todavía: Aquí hablaré de la forma del arca.
Tablilla ejemplo de escritura cuneiforme


Todos aquellos que acudís a este blog conocéis su vocación cronáutica. Esto es, que lo que mueve nuestro interés es básicamente el estudio de la náutica del tiempo, los viajes a lo largo de su hilo conductor y las posibles paradojas que estos pueden llegar a inducir.
Pues bien. Es curioso porque ahora que retomo este blog semi abandonado desde 1986, lo hago impulsado por el estímulo extraordinario de una de las primeras novelas reseñadas en la historia de la humanidad. Se podría decir que se trata del cuento más antiguo de la tierra del que queda constancia. Ya era conocido en la tradición oral unos 2.500 años A. C. ¡Ahí es nada!

Imagino que ya sabéis que hablo de la Epopeya de Gilgamesh que podeis encontrar aqui.

Pero no penséis que solo me interesa la antigüedad del documento, ni que lo plasmo aquí debido al viaje temporal recorrido por él. Creo que ya nos queda claro que los viajes lineales, a la velocidad de 1 sg/ sg, no nos interesan. Nos interesan los viajes al futuro, al pasado, las “congelaciones” temporales, los envejecimientos prematuros o ralentizados… en fin, nos entendemos ¿verdad?.

No nos interesaría esta epopeya por el mero hecho de aparecernos como la historia que más ha viajado en el tiempo, aquel al que los humanos llaman Historia. Entre los miles de fósiles descubiertos por los exploradores obtendríamos mayores satisfacciones afines a la temática de este blog. ¿Qué decir sino de la relación entre el tamaño de las cámaras del prehistórico Nautilo con la distancia de la tierra a la luna?
No. Lo que más me ha asombrado de este lejano eco ancestral que es la epopeya de Gilgamesh es que si bien decía Jorge Luis Borges:

Tal vez no sólo cronológicamente es la primera de las epopeyas del mundo. Diríase que todo está en este libro babilónico.

No podía imaginarme que en ella, también descubriría una mención explícita del primer viaje en el tiempo. Puedo afirmar que esta (antigua) novela, además de la evidente fantasía de la que hace gala, incluye también el primer cuento de ciencia-ficción moderno. Un cuento acerca del viaje en el tiempo.

Y esto ocurre en la tablilla XI, precisamente la más conocida del cuento, aquella en la que se relata el “diluvio del Arca de Noé” que copiaría después la mismísima Biblia (Génesis: cap 6-9). En esta precursora versión del diluvio, Noé se llama Ziusudra, Atrahasis o, en la versión que utilizo: Utnapishtim.

Para poneros en antecedentes, resumo esta tablilla:
Gilgamesh ha ido a buscar a Utnapishtim-el-lejano al otro lado del gran mar que rodea la tierra. Su intención es sonsacarle el secreto por el que los dioses le han otorgado a Utnapishtim la vida eterna. La verdad es que el relato es algo confuso pero básicamente se atiene al que conocemos del Arca de Noé: Uno de los dioses (Enlil) esta mosqueado con sus criaturas humanas por lo que decide castigarlos con un diluvio indiscriminado. La diosa Ea toma cartas en el asunto y avisa a Utnapishtim para que deje todos sus bienes terrenales (símbolo que perduraría en el imaginario de la humanidad. Véase “la búsqueda del Santo Grial”). Le ordena que destruya su casa de manera que pueda utilizar sus materiales para crear un Arca (curiosamente cuadrada) en la que pueda llevar una muestra de cada especie (como en el Arca de Noé) y a su familia también. Una vez hecho lo ordenado se produce el diluvio. Es tan violento y destructor que los mismos dioses se asustan.

Los dioses se agazaparon como perros Acurrucados contra el muro exterior. Istar gritó como una mujer en sus dolores, La señora de dulce voz de los [dioses] gime. XI-115

Bueno, el caso es que después de tanto horror, Ea le reprocha a Enlil la desproporción de su castigo. Le sugiere que podía haber diezmado la humanidad mediante una peste, una hambruna o algún animal predador. Esto favorece que Enlil se ablande al descubrir que le han engañado y que Utnapishtim sigue vivo. Así que no solo le perdonan la vida sino que le otorgan la vida eterna pero con la condición de que viva en los confines del universo babilónico, esto es, al otro lado del mar universal.
El relato da a entender que este destierro es necesario para no incurrir en agravios comparativos;)

Y llegamos al meollo de la cuestión:
Gilgamesh ha entendido que el caso de Utnapishtim es absolutamente singular e improbablemente repetible. Pero todavía no esta convencido así que Utnapishtim el lejano decide convencerlo. Para ello recurre a la idea que los antiguos tenían del sueño. Pensaban que el sueño es la pequeña muerte. Un anticipo de ella en todo caso. De hecho pensaban que los sueños eran la manifestación del más allá, del mundo de los muertos. El mundo en el que permaneceríamos definitivamente una vez que la muerte se hiciera efectiva.
Utnapishtim le propone entonces a Gilgamesh que intente vencer al sueño. Eso demostraría que quizás pudiera vencer al hermano mayor del sueño: la muerte.
Pero nada más intentarlo, Gilgamesh cae en un profundo sueño. (Pensad que el sueño también lo confería un Dios y por la tanto un cómplice de Utnapishtim).
Es entonces cuando la esposa de Utnapishtim (recordad que en el Arca viajaba toda la familia de Utnapishtim) le dice que termine con la farsa (tenía claro que Gilgamesh no podía aspirar a la inmortalidad a pesar de ser en dos terceras partes divino) y que despierte a Gilgamesh para que vuelva a su país Uruk (el actual Irak destrozado por el estupidísimo y malévolo Bush, de donde procede esta extraordinaria historia).

Su esposa dice a él, a Utnapishtim el Lejano:

«Tócale para que el hombre despierte, Para que regrese salvo por el camino que le trajo, Para que por la puerta que salió pueda regresar a su país».Utnapishtim dice a ella, a su esposa:«Puesto que engañar es humano, él procurara engañarte. Gn 8,21


Anda, prepara obleas para él, pon(las) junto a su cabeza, Y señala en la pared los días que duerme».Elaboró para él obleas, púso(las) junto a su cabeza, Y señaló en la pared los días que dormía.

La primera oblea se ha secado La segunda se estropeó, la tercera está húmeda; La superficie de la cuarta blanquea; La quinta se cubre de moho, La sexta (aún) conserva su color reciente; La séptima - en cuanto le tocó, despertóse el hombre.

Gilgamesh dijo a él, a Utnapisthim el Lejano:(220) «¡Apenas el sueño me ha invadido, Cuando me tocas y me despiertas!»

Utnapishtim [dice a él], a Gilgamesh:«[Vamos], Gilgamesh, cuenta tus obleas, [Que los días que dormiste] sean conocidos de ti:

Tu [primera] oblea se ha secado, [La segunda se] estropeó, la tercera está húmeda; La superficie de la cuarta blanquea; [La quinta] se cubre de moho, La sexta (aún) conserva su color reciente. [La séptima] - en este instante te despertaste».

Gilgamesh dijo a él, a Utnapishtim el Lejano:(230) «[¿Qué] haré, Utnapishtim; Adónde iré, [Ahora] que el Despojador hace presa en mis [miembros]? En mi alcoba asecha la muerte, ¡Y doquiera que pon[go mi pie] está la muerte!»

¿Os dais cuenta? En previsión de que Gilgamesh los engañe y niegue haber dormido tanto como Orfeo lo decidió, Utnapishtim utiliza el viaje en el tiempo inverso para demostrarle a Gilgamesh que realmente ha dormido. Hace que su mujer le ofrezca a Gilgamesh un pan cada día. Pero como duerme, los panes se van enmoheciendo y avejentando, convirtiéndose en balizas – testigo de los siete días de sueño de Gilgamesh.

Se que esto no es muy riguroso. Pero la Epopeya de Gilgamesh tampoco lo es. Se presta a interpretaciones del lector y sugiere más de lo que pondera. Así que cuando la leí me vino inmediatamente a la cabeza el recuerdo de una escena antológica de la ciencia ficción moderna:

¿Os acordáis de la descomposición del Morlok en la película de 1960 "El tiempo en sus manos" sobre la máquina del tiempo de Herbert George Wells?