“Durante un millón de años los hombres vivieron y murieron por sus sueños para que ustedes se dediquen a comer, nadar y bailar” “El pasado del hombre fue una denodada lucha por sobrevivir…pero hubo momentos en el que hubo unas pocas voces que hablaron y en esos ratos momentos hicieron la Historia…”
GEORGE/ROD TAYLOR
EL TIEMPO EN SUS MANOS (1960)
Y esas pocas voces que hablaron lo siguieron haciendo gracias a los discos parlantes (talking rings).
Se le suele adjudicar a Julio Verne la excelencia de unos poderes especiales de clarividencia según los cuales habría predicho una ingente cantidad de inventos de su futuro (de nuestro presente).
Se citan por ejemplo el metro en su recién (y sospechosamente) descubierta novela sobre Paris (en el siglo XX). Yo la he leído y no me sorprende demasiado que Verne describa ese metro como una red de tubos subterráneos surcando las profundidades de la capital francesa con unos “trenes” movidos gracias al aire comprimido.
La estética del metro como tal resulta a primera vista bastante premonitoria. Pero los correos en cartuchos enviados por tubos a presión eran precisamente la novedad en tiempos de Verne por lo que tampoco es tan sorprendente la extrapolación que realiza éste en último término.
Sí que es cierto que Julio Verne tiene otros futuribles algo más turbadores (como la ubicación “casi” certera de Cabo Cañaveral en su novela “De la tierra a la luna”) pero nada en realidad que no se explique si tenemos en cuenta el profundo interés de Verne por la ciencia de su época.
Si algo nos tiene que admirar en un momento dado es más bien que todos los adelantos que Verne predecía estaban ya en esos albores de la ciencia. Pero es lógico. Es fácil sorprenderse a toro pasado de que esa ciencia predijera precisamente lo que llevó a cabo después de un siglo de coherencia. Es lo que se llama una tautología, una de las trampas – o paradojas – que nos dan la sensación de que el destino existe y que lo que ocurre “tenía” que ocurrir puesto que ocurrió.
Pero volviendo a las premoniciones, esta que os traigo aquí sí que me parece extraordinaria. El vídeo con el que abro este artículo nos muestra el momento en que le enseñan al cronauta protagonista de “El tiempo en sus manos” los discos parlantes.
Fijémonos en qué consisten:
Son unos discos aparentemente lisos y metálicos que al girar sobre un soporte son “leídos” por un rayo de luz.
Acabo de definir el funcionamiento de un compact disc, un CD.
Y esto, en 1960, antes del advenimiento de la tecnología digital que conocemos hoy.
De hecho, el disco compacto fue creado por el holandés
Kees Immink, de
Philips, y el japonés Toshitada Doi, de
Sony, en
1979. Al año siguiente,
Sony y
Philips, que habían desarrollado el
sistema de audio digital Compact Disc, comenzaron a distribuir discos compactos.
A que da miedo.