Yo al menos lo sé.
Y como me encanta descubrir nuevas relaciones entre mis series favoritas, traigo aquí una de lo más interesante.
¿Recordáis cuando de pequeños nos hacían rabiar repitiendo todo lo que decimos?
En realidad es una tontería y no debería molestarnos lo más mínimo pero la imitación tiene un nosequé de inquietante que infunde cierto malestar y desconcierto en el imitado.
Quizás sea esa la magia de los mimos.
Recuerdo como, hace unos (bastantes) años, perseguía un mimo a los transeúntes del parque del retiro en Madrid, imitando sus andares de manera despiadada. Esto es; captaba enseguida los tics, gestos y peculiaridades propias de cada persona al caminar.
Pues bien. No cabe duda de que el personaje atraía llamativamente la atención del público.
Hablando de imitaciones, quiero recordar una de las más inquietantes para la especie humana. La de nuestros primos los simios.
Eso de parecerse tanto a nosotros en los ademanes, en la mirada, en lo físico e incluso, se me antoja; en los sentimientos, es algo que nos llena de dudas e inseguridad.
Dudas de nuestra superioridad, supongo, e inseguridad por no ser los únicos primates listos de la creación.
Pero lo que traigo a este blog es una imitación todavía más inquietante y muy en la línea de los viajes en el tiempo o de universos paralelos que tanto me sugieren.
Para un viajero del tiempo sumido en un bucle temporal (al estilo de la manida “atrapados en el tiempo”) ¿qué mejor demostración de que ya vivió el momento (re)presente que adivinar lo que va a ocurrir a continuación?... o lo que se va a decir a continuación.
Esto es lo que ocurre en Fringe cuando Peter conoce al Observador.
2 comentarios:
me da que toda esta entrada ha sido nada más que para poner la foto de Raffaella Carra
Me has pillado :-?
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